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Nos adentramos desde el paisaje exterior en un mundo onírico.
Nos adentramos como el viento al mundo de las cosas que no se ven ... que se perciben, que se sueñan.
Como una flecha certera, el ojo va y observa la geometría del mundo natural.
Una hoja de hierba
Que se hunde en el humus de la tierra, los cirrus, las nubes y también los mares.
Paisajes interiores
Que se van desplegando en nubes, lluvia y mares otra vez.
Como en un mundo antiguo de mapas y rutas por descubrir.
Signos de otros tiempos y signos de este también.
De aquellos lugares que pertenecen a la memoria.
Y nos fusionamos con la mirada en las laderas y vertientes del cuadro, que nos hace bailar y soñar al mismo tiempo.
Alejandra Icaza
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