La escultura de Mikelarena se inscribe en la órbita de la escultura constructivista, que toma como punto de partida, materiales y técnicas ligados a la tradición artesanal y aborda el espacio con composiciones muy sobrias, pero con gran potencia matérica, y una clara predilección por lo totémico.

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Sus esculturas parecen desentrañar los enigmas de la naturaleza a través de la rotundidad atávica de sus contornos, de su ligazón con la tierra y el rigor y la solemnidad en el tratamiento de los materiales. 

 

En realidad en su proceso, se ha quedado sin ataduras, sin referencias hacia lo visible, aportando lo "sentible", lo que sólo puede expresarse de dentro hacia fuera, frente a lo “sensible” que sería la interpretación de lo exterior.

 

Sus esculturas de hierro, nos hablan de su relación con la fragua y la soldadura. Aquí sí hay un compromiso formal, el compromiso del escultor con el volumen, volúmenes en su mayor parte geométricos.

 

En resumen, creo que el trabajo de Fernando Mikelarena se está consolidando seriamente. Está rompiendo ataduras y viviendo su creatividad de una manera pura y libre, más personal, más dentro del juego interior-exterior y no al revés.

 

El primer golpe visual y la reflexión que se imponen al contemplar su obra, permiten leer rápidamente su individualidad.

 

Pedro de Sancristóval y Múrua

Vicepresidente de la A.E.C.A (Asociación Española de Críticos de Arte)