El exvoto facilita al creyente su personal ajuste de cuentas. Mediante esa humilde ofrenda se rinde tributo y se devuelve el favor a un Dios que beneficia al que desesperado por las circunstancias adversas ruega por el fin de éstas. El descreído no achaca a ningún ser sobrenatural ser el causante de sus desgracias así como tampoco agradece su final.

 

Los movimientos artísticos, que se dieron en una sociedad en la que estos mecanismos funcionaban, buscaban la pureza en las distintas disciplinas artísticas. Construían su mensaje sobre un lecho de creencias propias y contra las anteriores. Hoy ya sabemos que la búsqueda de la pureza sólo ha producido muertes y a cambio lo bastardo enriquece.

 

En la actualidad la ausencia de un paradigma, sobre el que destruir-construir ha forjado un sinfín de vías que no confluyen, sino que se van alejando conforme avanzan. Nunca el arte ofreció tantas propuestas. Podríamos decir que la ausencia de un Dios ha ampliado el santoral, pero de “santos” huérfanos. Cuanto más amplio el abanico más fuerte el eje.

 

Exvoto Inútil es una ofrenda a ese vacío, a esa desaparición que ha liberado al autor del corsé de los convencionalismos. Un ofrenda a la libertad.