OBRA Y MILAGRO
Manu Muñoz
25 mayo - 29 junio 2019
Calle Almadén 13, Madrid
Un puñetazo de niebla.
Esa podría ser una buena manera de explicar la pintura de Manu Muñoz.
Miren con sosiego sus últimas obras y regresen a esta imagen: un puñetazo de niebla. ¿No lo creen? ¿No tienen la sensación de que aquello que nos muestra emerge o nos sumerge con la delicadeza de lo que ya es inevitable? Apenas se afine el ojo vislumbramos el frágil destello de la lírica, el destino ineludible de la historia, la contundente estructura de la sencillez y el regocijo de lo bello. Y, para serles sincero, no se me ocurre mejor escenario para la contemplación y la interpretación.
Quienes conocen a fondo la obra de Manu Muñoz saben de la fascinación que encuentra en el instante premonitorio. No es únicamente lo que es. También ofrece lo que fue y lo que acabará siendo.
Esa escena aislada que abandona el bosque o el corazón de una semilla para constatar la presencia vital de una historia o de una emoción. Porque puede que, en buena parte, hablemos de una misma cosa una y otra vez. De la amenaza o la premonición, de la poesía de nuestros actos, de la constante curiosidad que nos impulsa a iluminar ese misterio por el que transita cualquier relato.
Esta vez, la potencia estética del maquillaje de las mujeres japonesas, de esos camafeos buscando abrir planos o ventanas en la madera y en la interpretación, del plumaje seductor de las aves en reposo, esa potencia estética y milagrosa y trascendental, repito, logra configurar un espacio de ficción o irrealidad que, más que invitar a la mera interpretación, nos coloca en la poderosa encrucijada de la construcción o el embelesamiento, de la acción o la contemplación. Y es que conscientes de los límites de nuestro mundo, salimos a la caza de lo que no sabemos siquiera nombrar.
Resulta innegable que esta nueva colección de Manu Muñoz tiene esencia de joyería única, de cuidado fetichista, de fragilidad mineral, pero también es innegable que la emoción que vibra en ella nos permite vislumbrar una secuencia mucho más amplia y compleja; un espacio extemporáneo donde la imagen despojada de todo elemento innecesario dialoga con la impredecible multiplicidad del mensaje poético; un momento de nuestras vidas donde ya es imposible entender la obra si la despojamos de su milagro.
En definitiva, un puñetazo de niebla que logra sacudirnos con la violencia del embeleso.