“Para siempre y un día” es el trabajo que presento en la Galería Blanca Soto. Comenzó a partir de las residencias que realicé en Portugal y Japón en los últimos dos años.
En Lisboa trabajé en el Carpe Diem Arte e Pesquisa, actual espacio de arte y cultura y antigua residencia del Marqués de Pombal. En Japón fue en Aomori Contemporary Art Centre.
Durante las dos residencias, para acercarme al nuevo entorno, escogí dibujar elementos cotidianos encontrados allí, como objetos pequeños, fragmentos de la naturaleza, modelos representativos de la cultura local que se encuentran en la arquitectura de Lisboa y en la producción textil tradicional de Aomori, así como fragmentos de textos de autores que leí durante ese período. Entre ellos, DAZAI Osamu, escritor japonés nacido en la región de Aomori, fue uno de los principales autores utilizados en este proyecto.
Las relaciones entre las dos culturas, que en un principio me parecían distantes, fueron acercándose ante mi mirar, hasta convertirse casi en complementarios. Este encuentro inesperado me llevó a comprender todas las oportunidades que creamos cuando ofrecemos un espacio de convivencia para diferentes realidades.
A través del dibujo he intentado conectar cotidianos distantes, relacionar objetos simples tales como libros, flores y porcelanas entre otros utensilios (representativos de ambas realidades) como un collage de dos tiempos y espacios. Nuestros días, incluso en países lejanos, son también una secuencia de cosas simples e importantes en su simplicidad. De hecho, grandes cosas no nos suelen suceder con frecuencia.
El acto de dibujo me insta a prestar atención a lo que me rodea y a mí al mismo tiempo. Mientras dibujo, recupero mi propio ritmo y velocidad, y me entiendo mejor en el lugar donde estoy.
En este proyecto decidí disponer los trabajos en la pared como si fueran parte de la propia estructura de la casa. Me interesa pensar en ellos como un diario que es al mismo tiempo un elemento que construye el espacio. Un pequeño ladrillo que levanta paredes. El papel como construcción simbólica de nuestra interioridad y la simplicidad. Ellos se organizan creando relaciones narrativas abiertas. Deseo que mientras la persona camina a través del espacio pueda crear su propia historia e inventar relaciones entre ellos. Cada visitante crea su propia historia en función de su trayecto, con sus ojos y su cuerpo.
Finalmente, "Para siempre y un día" considero un proceso de colaboración que se inicia con la riqueza que se pone a disposición de todos nosotros por estas dos grandes culturas y continúa con cada observador y los dibujos que presento. El espacio intermediario, que para mí es el verdadero trabajo, continúa en la relación de los dibujos con la arquitectura proporcionada por la galería Blanca Soto, que permite la presentación más integrada de los dibujos al mundo.
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