PHOTOESPAÑA 2005
Santiago Olmo y Gabriela Grech - "LARACHE / AL -ARAICH"
2 junio - 2 julio 2005
Calle Alameda 18, Madrid
Al-Araich / Larache
Una ciudad entre el presente y su memoria
Un proyecto fotográfico de Gabriela Grech y Santiago Olmo
Larache, situada en al costa atlántica marroquí, en un entorno natural de gran belleza marcado por el estuario del río Lukus, es una ciudad con mucha historia, cruces de culturas pero también ocupaciones y asedios.
En el siglo XX se convierte en una de las ciudades más importantes del protectorado español en Marruecos, por su dinamismo económico y por su crecimiento como ciudad moderna.
Tras la independencia y como otras ciudades de su entorno, atravesó una crisis, disminuyó la población española y judía, creciendo mucho su población por éxodo rural, con la construcción de nuevos barrios, y desarrollándose la agricultura con nuevos regadíos. Su puerto acoge actualmente a una importante industria pesquera. El turismo, dado su amplio patrimonio histórico y sus playas, tiene un amplio campo por desarrollar. La ciudad pasó a ser capital provincial dentro de la wilaya de Tánger-Tetuán. En estos últimos años se ha inaugurado la autopista que la une con Rabat y Tánger, que potenciará la economía de la ciudad. Se está trabajando en la modernización y ampliación del puerto, en la construcción de viviendas y en la mejora de los barrios populares.
Actualmente la ciudad se está desarrollando con el esfuerzo y el aporte de las remesas de los emigrantes en Europa.
En la entrada de Larache se encuentra uno de los primeros puntos de descanso, para los emigrantes que viajan desde Europa hacia sus poblaciones de origen: el área de descanso se abre como un gran parque de servicios y aparcamiento junto a los nuevos barrios de casas con tipologías de villas y chalets, y edificios de apartamentos.
El proyecto establece un diálogo entre dos miradas diferentes pero complementarias sobre la ciudad, planteando una confluencia entre memoria y presente:
Gabriela Grech que ha vivido durante su infancia y adolescencia en Larache, propone una relectura de la ciudad desde su propia memoria personal, considerando la ciudad del protectorado español y su situación actual. El deterioro de los edificios, las calles, los comercios, es algo que ha ido palpando dolorosamente en cada regreso. Todo ello le ha impulsado a recuperar de alguna manera la memoria de una cuidad de la que hoy apenas queda rastro: el Larache español, un pequeño reducto cada vez más decrépito y ruinoso entre la avalancha de nuevas edificaciones, pero que aún conserva cierta nobleza que son testimonio de un pasado esplendoroso.
Su proyecto consiste en contrastar imágenes de archivo de los escenarios de su infancia con fotografías actuales de esos mismos lugares. Las piezas constarían de una imagen en color montada en aluminio sobre la que se superpone, a cierta distancia, una transparencia en B/N montada sobre metacrilato de la cuidad pretérita. Se trata de establecer un diálogo entre ambas situaciones, así como de una recuperación de aquellos espacios.
Por su parte Santiago Olmo aborda los nuevos barrios que han ido surgiendo desde mediados de los años noventa, edificios de apartamentos que reservan los bajos en arcadas para locales comerciales y barrios de viviendas unifamiliares, construidos todos ellos en gran parte por los emigrantes que trabajan en Europa. Las piezas son panorámicas de un paisaje urbano áspero y caótico, pero denso en la vitalidad de sus habitantes, que aflora a través de los colores de las fachadas y medianeras. La transformación de la cuidad se vislumbra en las nuevas formas de los edificios, que transmiten un imaginario a caballo entre la tradición local y los modelos importados desde la emigración.
Se engarzan en este proyecto, dos discursos fotográficos muy diferenciados, por un lado una visión de la nueva cuidad, con sus connotaciones de transformación social, efecto de la emigración, la modernización y el progreso, que plantea un distanciamiento analítico, y por otro una visión personal y subjetiva, de una cuidad decrépita que fue en otro tiempo floreciente, y a la que llegó Jean Genet, para vivir su huida personal de las convenciones metropolitanas francesas, para morir y ser enterrado en su cementerio sobre el mar.