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《工作与奇迹》
马努穆尼奥斯

 2019年5月25日-2019年6月29日 

Calle Almaden, 13 马德里

50 Vuealtas al sol II, 2018, Bronce, 10 x 25 x 4 cm
Bidean XXV, 2016, Hierro, 18 x 35 x 12 cm
Joku III, 2018, Hierro, 18 x 18 x 18 cm VENDIDO
Bidean XXXI, 2020, Hierro, 15 x 25 x 15 cm
Isla de Luz I, 2020, Hierro, 12 x 12 x 12 cm
Isla de luz, 2021, Grabado, 54 x 24 cm
Kubo, 2016, Hierro, 15 x 15 x 15 cm
Ortzimugan III, 2018, hierro, 52 x 116 x 10 cm

El artista se mueve entre lo artesanal y lo industrial, la utilización de ambas técnicas le permite tratar el hierro, que es como dibujar en el aire.

Llegar a la abstracción a través de una descomposición de planos, dando protagonismo al vacío y generando una suerte de esculturas multifunción es lo que consigue Daniel Ibarzabal, soldando aristas, líneas, planos, huecos y perfiles.

El resultado de este trabajo hará que podamos perdernos entre sus esculturas en esta exposición.

 

Manuel Rodríguez Aseijas en su texto sobre la obra de Daniel Ibarzabal, escribe y lo describe como un hombre polifacético y transversal y así ocurre con su obra. Daniel es un hombre apasionado e inusual en un universo donde es difícil separarse de la inercia que nos arrastra a un mundo dominado por lo materialmente inmediato. Lucha contra su absorción en la unidimensionalidad predominante, y reorienta el rumbo de lo vital hacia el arte, hacia lo estético.

Su obra parte -en cierta medida- del “Quosque Tandem”, pero sin convertirlo en una religión. Aunque también se abre a otras realidades más iluminadas, de culturas urbanas y sonidos diversos y complejos.

Su arte se  interesa por la geometría y los campos de fuerza.

Busca la experiencia fáctica de la vida, con una mirada que no es inmediata en la representación sensible, sino desvelando lo invisible tras la materia y la forma. La forma como respuesta al enfrentamiento con el vacío.

El universo metafísico de sus mayores se agranda y enriquece con su experiencia vital, con sus otras vidas ampliamente orientadas en personas y perfiles, en ese mismo mar donde navega el pez que vive a la sombra de frondosos árboles de luz.

  

Sobre sus grabados, José Beirán, nos dice: igual que veo algunas de sus esculturas como dibujos realizados en el aire, los grabados que nos presenta Daniel los percibo casi como esculturas encerradas en una superficie plana. En ellos podemos advertir claramente la forma pero también la sensación de peso, de solidez y la textura del metal. Hay que darse tiempo para buscar la belleza y el equilibrio de lo que no se ve: las líneas, la solidez y el peso, pero también los espacios vacíos, los huecos, incluso, las sombras que proyectan. En definitiva, mirar, buscar, tocar, disfrutar y sentir.

Según Ibarzabal, a menudo, el arte no gusta porque no se entiende, estando el ojo más acostumbrado al arte neoclásico, romántico y al naturalismo en su representación de la vida. Pero hoy las tendencias de la pintura o la escultura no aspiran a mostrar la vida tal como es sino a crear otra realidad, cambiar de perspectiva y de ideas preconcebidas. Por eso, entender la escultura moderna no puede convertirse en un obstáculo, para mí tiene que entrar primero por los sentidos y sólo después por la razón, mi propósito es crear una obra lo suficientemente abierta para que cada uno la interprete como quiera. Intenten ver lo que miren y sentir lo que toquen.                                                         

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